¿Alguna vez te has
preguntado el motivo por el que los seres humanos dependemos de los padres
durante tanto tiempo en comparación con el resto de animales?
La razón básica estriba en nuestro cerebro, cuya maduración requiere mucho más tiempo que el de la mayoría de especies. Todos hemos visto imágenes de animales que a las pocas horas de nacer ya caminan al lado de sus madres sin aparente dificultad. Desde luego, la supervivencia de un cervatillo resultaría muy difícil si éste no fuera capaz de seguir a su madre, que continuamente se está desplazando en busca de pastos frescos. Ni que decir tiene si no pudiera correr a las pocas semanas ante la presencia de un depredador.
La razón básica estriba en nuestro cerebro, cuya maduración requiere mucho más tiempo que el de la mayoría de especies. Todos hemos visto imágenes de animales que a las pocas horas de nacer ya caminan al lado de sus madres sin aparente dificultad. Desde luego, la supervivencia de un cervatillo resultaría muy difícil si éste no fuera capaz de seguir a su madre, que continuamente se está desplazando en busca de pastos frescos. Ni que decir tiene si no pudiera correr a las pocas semanas ante la presencia de un depredador.
Un bebé, sin embargo, tarda
algo más de una año en empezar a caminar, por lo que su supervivencia depende
en extremo de la protección de la madre. El caminar no es una habilidad innata
que posea el bebé, sino que es el resultado de un aprendizaje. Un recién nacido
sólo muestra un limitadísimo conjunto de capacidades si las comparamos con las
que irá adquiriendo con el transcurso de los años. Y la mayoría de habilidades
que posee están relacionadas con su supervivencia: succionar para poder
alimentarse, llorar para atraer la atención de su madre, o cerrar las manos
para intentar aferrarse a aquello que las toca.
La estimulación temprana
tiene por objetivo aprovechar esta capacidad de aprendizaje y adaptabilidad del
cerebro en beneficio del bebé. Mediante diferentes ejercicios y juegos su
intención es la de proporcionar una serie de estímulos repetitivos, de manera
que se potencien aquellas funciones cerebrales que a la larga resultan de mayor
interés. No sólo se trata de reforzar aspectos intelectuales, como su capacidad
para la lectura o el cálculo matemático, sino que la estimulación temprana
también contempla los aspectos físicos, sensoriales y sociales del desarrollo.
La estimación temprana se
basa en la repetición de lo que se viene a llamar unidades de información o
bits. Al igual que todos los niños aprenden a hablar por si mismos (a base de
oír diariamente los sonidos del lenguaje), su cerebro es capaz de adquirir toda
otra serie de conocimientos mediante la repetición sistemática de estímulos o
ejercicios simples. Con la repetición se consigue reforzar las áreas neuronales
de interés.
Por ejemplo, para que un bebé gatee es necesario que controle el llamado patrón cruzado, esto es, la capacidad de coordinar su mano derecha con su pie izquierdo (y viceversa) y así avanzar. Nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios, izquierdo y derecho, cada uno de los cuales controla la parte opuesta del cuerpo. Pues bien, los ejercicios de gateo refuerzan el patrón cruzado y, por tanto, ayudan a mejorar la coordinación entre los dos lados de nuestro cuerpo.
Por ejemplo, para que un bebé gatee es necesario que controle el llamado patrón cruzado, esto es, la capacidad de coordinar su mano derecha con su pie izquierdo (y viceversa) y así avanzar. Nuestro cerebro está dividido en dos hemisferios, izquierdo y derecho, cada uno de los cuales controla la parte opuesta del cuerpo. Pues bien, los ejercicios de gateo refuerzan el patrón cruzado y, por tanto, ayudan a mejorar la coordinación entre los dos lados de nuestro cuerpo.
Es cierto que un programa de
estimulación puede resultar pesado y rutinario para los padres, ya que exige
una cierta dedicación diaria. Pero, a pesar de que algunos autores pueda dudar
de su efectividad, el tiempo invertido con tus hijos siempre resulta
provechoso.
Un niño bien estimulado ayuda a mejorar su actividad mental y madurez neurológica, el cual influye en su vida futura y profesional.
Un niño bien estimulado ayuda a mejorar su actividad mental y madurez neurológica, el cual influye en su vida futura y profesional.
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